En la Argentina neoliberal de
Cambiemos, hay un desbarajuste brutal de las palabras respecto de las cosas:
donde nosotros decimos “democracia”, ellos dicen “corrupción”; pero donde
nosotros ponemos los votos, ellos cometen fraude y escamotean el triunfo de
Cristina. No es de extrañar viniendo de quienes secuestran y desaparecen a
Santiago Maldonado, pero hablan de un artesano “extraviado”.
Como la degradación comienza por el
lenguaje –verdadero nervio popular de la vida colectiva-, ahora escuchamos puro
“ruido” donde antes escuchábamos un “discurso político”. Para quienes aún no se
han enterado (pese a las múltiples evidencias del carozo de esta batalla), estamos
discutiendo el
sentido último de
las palabras, e inclusive cuáles términos deben ser entendidos como conceptos
políticos.
Claramente, ni “corrupción” ni
“extraviado” pueden ser tomados como tales, pues opacan y velan la relación que
mantenemos con la verdad a través de las palabras y el lenguaje. Si quieren
superar a Cristina (porque siguen creyendo que se trata de un tema de “egos”),
deberían alejarse de las perversas vinculaciones a las que el macrismo ha
sometido al lenguaje. O siguen siendo el “eco” de su jeringonza, o se suman a
la pelea por emancipar la lengua colectiva y la vida popular.
Por Carlos Semorile.
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